Narradores 2010: José Borges, los enconos de Eleazar


  • Mario R. Cancel
  • Escritor e historiador

Lázaro o Eleazar, redivivo es interceptado casualmente por los  intermediarios de una compañía vinculada a la producción de fármacos y a la biotecnología. Se trata de un Lázaro inesperado. La figura no se reduce al judío que Jesús milagrosamente levantó de su tumba como un mítico zombí, vampiro o vetala. El resucitado recibió también de paso el don de la regeneración espontánea y la inmortalidad. El personaje  también se identifica con el presunto centurión romano que abrió el costado de Jesús en la cruz para ahorrarle una larga agonía  y que, en cambio, recibió el castigo de vivir para siempre. Esta novela, en alguna medida,  contradice muchos de los supuestos valores que el Occidente Cristiano protege y, mediante esa apostasía, aspira mantener el interés del lector.

José Borges

En el proceso, Eleazar entra en contacto con Ernesto Brommer, nieto de migrantes polacos en Puerto Rico quien termina por ser un descendiente suyo y labora como técnico de seguridad de sistemas de información de la NTC, súper empresa que mantiene el Proyecto GEA el cual experimenta al margen de toda ética con la manipulación de virus como el H5N1 con el fin de explotar el mercado de vacunas y fármacos con más eficacia. Si no fuese por la presencia de Lázaro y de Dios, la novela pasaría por el relato de un hecho verídico de los que se multiplican en el marco de las teorías de la conspiración al uso.

José Borges, el autor de está épica que pulula entre la Ciencia Ficción y el thriller ligero, muestra una capacidad extraordinaria para urdir una trama compleja. Con el propósito de darle unidad a la narración, hilvana con cuidado varios relatos sincrónicos que se distribuyen por la amplia geografía mundial, a la vez que ofrece una serie de pistas que permiten al lector organizar la narración y darle coherencia en la forma de relatos cortos que se quedan en la mera anécdota. El encuentro empresarial en la ciudad de Seattle es esencial para darle estructura a la narración.

Lo interesante es que consigue ese efecto mediante una gran economía del lenguaje, sin aparentes excesos y que, en ocasiones, da la sensación de una frialdad avasallante. Se trata de una escritura purgada y precisa pero sugerente que fuerza al lector al completar la escena con uno de los pre-textos más visibles en la escritura de Borges: la memoria fílmica. El tema de los virus y los apocalipsis biotecnológicos se ha convertido en un lugar común en la cinematografía. Su retorno exitoso al cine de consumo y la televisión ha sido asegurado mediante la vinculación de elementos ficcionales con elementos tecnocientíficos: el vampirismo y la zombificación han sido tratados lo mismo como maldiciones que como productos de laboratorio emanados del científico loco, uno de los arquetipos más longevos de este tipo de narración. Per Stallworth está muy lejos de encajar en el modelo del Dr. Caligari. La síntesis que Borges establece con Eleazar es uno de los puntos más significativos de Esa antigua tristeza.

La narración se desarrolla sobre capítulos breves que echan mano de un bien seleccionado conjunto de elementos fantásticos que apelan a un presente embutido en el lenguaje y la pasión por la tecnociencia de consumo.  La extrañeza, se establece sobre dos elementos dispares. Uno mágico, el mito de Lázaro en Eleazar. Y un virus mortal, el H5N1 o el de la Gripe Aviar, manipulado por el mercado de los fármacos. Borges logra eficazmente el suspenso de las intrigas de la referida tradición de las narraciones cinematográficas que trabajan temas análogos, recurso que puede aumentar el interés en su lectura para un público influido por los medios masivos de comunicación.

Una crítica incisiva ¿a qué?

La llamada “mano invisible” -llámese Dios, la Ciencia o el Mercado- se hace perceptible por todas partes en el mundo imaginado por el autor. Pero su situación al cabo de la novela no es envidiable: derrotada, desprestigiada y fracasada, todo culmina en un inesperado final feliz y en la renuncia de los personajes al mundo que los persiguió. Ernesto y Sandra viven en Costa Rica, mientras Eleazar y Maureen viajan el mundo.

En Esa antigua tristeza se mueve un discurso agresivo que equipara a los viejos Inquisidores con los Grandes Capitalistas y los zares de la Biotecnología (106, 151). Las distinciones entre las Iglesias y las Corporaciones que dominan el mercado se diluyen: ambas esferas terminan equiparadas en la tarea común del engaño a una humanidad que incluso consume saludo. Esas empresas funcionan en esta novela como Estados paralelos, Leviatanes que, apoyados en el Capital, hacen y deshacen entuertos con el respaldo de cuerpos policiacos aliados y corruptos. Lo que se retrata en este tipo de escenario social es el hecho de la Sociedad Vigilada. El agente que vigila ya no es ni Dios  ni el Estado: el panóptico es ahora administrado por las Corporaciones, amparadas en el “milagro de la alta tecnología”.

Contrario a lo que cualquier lector iluso podía esperar, aquí la inmortalidad tiene un sentido distinto. En el mito de Adán y Eva, la inmortalidad aparece como una pérdida consecuencia de la desobediencia y la concupiscencia. En el campo del mito clásico, poseerla significaba equipararse a los dioses.  En el caso de Eleazar, la inmortalidad de ha transformado en un proceso deshumanizador (105, 130). Sigue siendo vista como una pérdida, pero lo que se extraviado es la posibilidad de morir. Lo más irónico es que el  inmortal, Eleazar, se ha transformado en un portador de la muerte (128) al margen de su voluntad. En Esa antigua tristeza, hay un discurso sobre la deshumanización que impone el mercado en la era postindustrial: el ser humano es un espécimen más, un conejillo de Indias o un mono Rhesus desechable que merecería la fundación de una poderosa  Sociedad Protectora de del Homo Sapiens.

Los parlamentos agresivos de Eleazar, sus argumentaciones respecto a Dios, a pesar de que resultan poco elaboradas, sugieren una interesante visión herética de mundo. Eleazar es un gnóstico que ha identificado a Dios con el Demiurgo imperfecto o el Engañador por antonomasia (147-149). Se trata de la transvaloración más radical, condenada hace siglos por los tribunales eclesiásticos. El gnosticismo, como Eleazar, llegó a la conclusión de que la materia era producto de potencias inferiores, todo ello en nombre de un espiritualismo exigente de fuerte contenido crítico contra una iglesia católica corrupta. La transformación de Yahvé en esa potencia inferior que producía  la materia y su identificación con un demiurgo satánico es un punto común presente en Eleazar. Se trata de la propuesta filosóficamente más interesante del personaje y que pasa inadvertida por sus interlocutores en la mayor parte de los casos. La secuela de aquella lógica era que el mal no es castigable porque el hombre no era responsable del mismo. En ese sentido, como demuestra Eleazar, la vida es la condenación: la meta del ser humano en la salvación a la que sólo se accede tras la muerte. Eleazar no celebra la vida, quiere morir.

Por último, es curioso que el brote de la H5N1 o Gripe Aviar en la Era Global, se inicie en Estados Unidos y China, no en un país tercermundista: las plagas se consolidan en el escenario del poder material. La solución final de la pandemia cuestiona la capacidad de la Ciencia para enfrentar un desastre biomédico de grandes proporciones. En el fondo, lo que hace que el riñón licuado de Eleazar proteja contra la enfermedad no es lo que Ciencia consigue  sintetizar sino lo que puso allí la mano de Jesús: el milagro. En esa contradicción radica el origen del desastre de la NTC. El poder soberano de la Ciencia, resulta minado por la naturaleza humana más pedestre (164). Me parece que José Borges ha elaborado una novela bien articulada que augura una obra futura muy rica.

Comentario sobre José Borges. Esa extraña tristeza. San Juan: Terranova, 2010. 167 págs.