- Mario R. Cancel (RUM-UPR)
- Historiador y escritor
El libro que me ocupa, redactado al cuidado de Juan E. Hernández Cruz y Oswaldo Holguín Callo, Correspondencia inédita de Lola Rodríguez de Tió a Ricardo Palma y sus contestaciones, recoge el intercambio epistolar entre dos iconos del Romanticismo Hispanoamericano durante el periodo que va del 1893 al 1912. Se trata de un valioso archivo epistolográfico que puede servir de modelo a otros proyectos análogos.
En este volumen el lector se encuentra ante dos corresponsales que dejaron una huella desigual en sus respectivos países de origen. Ricardo Palma es un icono nacional en su país, Perú. Se trata de un destacado prosista, cuya colección de Tradiciones… lo convirtieron en uno de los fundadores del discurso nacional peruano y un modelo del género para toda Hispanoamérica. Ricardo tuvo una vida pública intensa en el servicio civil de la República de Perú.
Lola Rodríguez, por su parte, es la típica figura de culto nacionalista puertorriqueño: una personalidad recordada y desconocida a la vez. La poeta se forjó es un contexto distinto: el de la colonia española y en posición de opositora del régimen. Su condición de desterrada o exiliada, ha impedido la consolidación de una imagen de Lola capaz de ser compartida por todos los puertorriqueños sin contradicciones. Por otro lado, el tránsito del 1898, la Invasión de Estados Unidos, la emborronó culturalmente. Su permanencia en Cuba hasta el fin de sus días, la enajenó de su país de un modo notable. La relación de Lola con Puerto Rico, fue amputada por circunstancias que a veces estuvieron fuera de su control.
Se trata de dos corresponsales asimétricos. La asimetría entre Lola y Ricardo tiene un carácter preciso. La poeta fue un personaje marginal de la historia de Puerto Rico y la lasitud de esa relación, contrasta con el vigor de Ricardo con la suya. A pesar de ello, entre las dos voces existen muchas concordancias. Convergen sobre todo en su percepción negativa de España y están de acuerdo en que la libertad de las colonias era un destino histórico ineludible. El lector se encuentra ante dos liberales clásicos que hicieron suyo el Relato Hegeliano de la Libertad traduciéndolo al concepto de Independencia y Soberanía de los Pueblos. Esa traducción estuvo mediada a su vez por su evaluación de la Revolución Burguesa, por la teoría del Nacionalismo y por asociación al Romanticismo literario. La afinidad respecto a España no es total. El antiespañolismo de Ricardo, se articuló desde la República de Perú cuyo gobierno tenía intensas relaciones económicas con el Imperio Español. El antiespañolismo de Lola, fue formulado desde la condición de hija de una colonia en el margen de un Imperio Español decadente.
El otro punto de convergencia en un silencio calculado: la invisibilización del asunto de Puerto Rico. Hay que recordar que, en aquel entonces, el interés de los países europeos y las Repúblicas Hispanoamericanas en las luchas de Cuba y Filipinas por su independencia era mínimo. Lola y Ricardo estaban interesados por la situación de Cuba en Armas. Pero reconocían que Puerto Rico no componía mucho en aquella lucha, por la imagen de pasividad y fidelidad a la Corona que mostraba su elite política más notoria que ansiaba la consolidación de una utópica Autonomía que le ahorrara la sangre de una guerra de Independencia.
El contenido del volumen es enriquecedor. El ensayo que yo firmo, “Museos y archivos: una revisión desde la historiografía”, es una reflexión en torno a la invención de la imagen del procerato por medio de los museos y los archivos. Lo que sugiero es la necesidad de cavilar sobre la configuración de la Casa Museo Aurelio Tió que la Universidad Interamericana administra en San Germán. La base de esa cavilación sería más o menos la siguiente: ¿qué parte y qué versión del pasado se pretende preservar en ese nicho como valor cívico colectivo? ¿La de Lola y la suya o la de Aurelio y su tiempo? La cuestión está sobre la mesa
La médula del libro son las monografías de Juan E. Hernández Cruz, “Correspondencia inédita de Lola Rodríguez de Tió a Ricardo Palma”; y la de Osvaldo Holguín Callo, “Ricardo Palma, corresponsal de Lola Rodríguez de Tió”.
Ambos académicos han elaborado una lectura detallada de las cartas y han contextualizado cada conjunto con notable precisión. La bitácora producto de ese esfuerzo está en su manos hoy. Sus conclusiones se pueden resumir el siguiente modo. Ambos reconocen el predominio de los temas políticos en la colección epistolar. El gran tema era la relación de fuerzas entre Estados Unidos, España y Cuba en el contexto de la guerra de 1895 al 1898. Sus juicios ratifican una impresión dominante en la época: la idea de que la intervención de Estados Unidos en el conflicto desatado por el Grito de Baire, sería decisiva para el futuro de Cuba en Armas y para la situación del Imperio Español a nivel global. Todos los indicadores conducen a concluir que la concepción de España como un poder decadente se había generalizado en aquel entonces, y que Estados Unidos suplía la ausencia de un compromiso Hispanoamericano o Europeo con la causa de las Antillas.
Mayor relevancia tienen los matices que diferencian a Lola y a Ricardo y que señalan los dos comentaristas. Lola es optimista respecto a la buena fe de Estados Unidos en la guerra. En 1899, después de la invasión, la poeta llegó a afirmar que “los cubanos de adentro y de afuera están contentos” con la nueva situación. El comentario se sazonaba con la imagen trágica de la Cuba española, descrita por Lola como “un montón de ruinas” (24). En su discurso España aparecía descrita como el “símbolo de la codicia, el egoísmo, de la barbarie del odio y de la infamia” (25). La idea de la España monstruosa culmina con su insistencia en que los españoles “son unos bárbaros” (29), o un pueblo “retrógrado e intransigente” (38). Razón tenía para verla así, en tiempos del “Carnicero”, el General Valeriano Weyler.
Ricardo, por su parte, nunca se fió de Estados Unidos y veía en el traspaso de Puerto Rico en París, una señal de que “los yankees han enseñado las uñas” (67). El peruano rechazaba, como Betances y Martí, cualquier tentativa de anexión y llegó a plantear que, “yugo por yugo, yo, cubano, al de España me atendría”. Su conclusión era que los “gobiernos Yankees son verdaderos farzeurs” es decir farsantes (70), y reafirmaba que temía que “Cuba llegue a ser una estrella más en el pabellón de Estados Unidos” (72).
Un último elemento notable es el uso común de la metáfora de la Raza Latina. Se trata de un artefacto cultural diferenciador e identitario y hasta defensivo ante la poderosa Raza Sajona. La conciencia racial latina legitimaba la Identidad Hispanoamericana ante los amenazantes Estados Unidos. Ramón E. Betances en su correspondencia, y José Martí en sus textos, recurrieron a argumentos similares. En 1900, los mismos fueron canonizados en el ensayo Ariel de José Enrique Rodó. Lo interesante es el carácter francés de la metáfora de la Raza Latina a la que apeló aquella generación. Se trataba de una latinidad en la que España no estaba muy presente. El contraste con el carácter hispano que domina el concepto cuando lo usó Pedro Albizu Campos o la Generación de 1930, debería ser comentado más ampliamente.
Lola, aceptaba que la latinidad “tiene sus pros y sus contras, pero es la que más se presta a los prejuicios, a los recelos, a la desconfianza y a los entusiasmos del momento” (45). Su opinión sobre la Raza Latina enfatizaba en los defectos asociados a la pasión y la irracionalidad de sus sujetos. Ricardo se muestra pesimista con la latinidad cuando asegura que “la raza latina, en nuestra América, o se sajoniza o desaparece” (71). Pero, como era de esperarse, coincide con su interlocutora respecto a la inmadurez de la raza cuando indica que la misma “no se resigna a esperar: le gusta la lucha y su consiguiente barullo” (79). La infantilización y la devaluación de la América Hispana y Latina se respiran por doquier en estas cartas.
Hernández Cruz y Holguín Callo coinciden en que los asuntos literarios y familiares son secundarios en la correspondencia ante la política. En un momento dado Ricardo dice a Lola: “Hablemos ahora sobre literatura y familia”. El volumen se completa con dos notas biográficas de los corresponsales, y con la transcripción de la correspondencia completa entre ambos. Este volumen es una promesa en la bibliografía histórica puertorriqueña de particular relevancia. Espero que el esfuerzo no resulte vano.
Nota: Comentario sobre el libro Juan E. Hernández Cruz y Oswaldo Holguín Callo, editores. Correspondencia inédita de Lola Rodríguez de Tió a Ricardo Palma y sus contestaciones 1873-1912. San Germán: Universidad Interamericana de Puerto Rico / Fundación Puertorriqueña de las Humanidades / National Endowment for the Humanities, 2009: 186 págs. Palabras del 23 de septiembre de 2010 en el Museo de la Historia de Ponce.
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