La Universidad: un manuscrito hallado


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Borrador de un discurso anotado en un papel que se encontraba en el estómago de un ratón diminuto que me dejó mi gato Pablo Picasso esta mañana, Día de los Presidentes, en el balcón de mi casa de clase media cuando me disponía  a salir anormalmente a trabajar en el Recinto Universitario de Mayagüez a pesar de que vivo en una colonia americana de las Antillas que adora e ignora la razón de ser de la mayor parte de los días feriados del Imperio que se los ha impuesto durante más de 100 años de relaciones.

La Universidad que todos queremos se puede avizorar en los intersticios de la que ahora  agoniza. Las crisis no son siempre la frontera de una caída. También pueden representar la semilla de un nuevo comienzo.

La Universidad que todos queremos es una en que los empleados de mantenimiento no hagan tertulias a todo pulmón sobre asuntos sensitivos a la política actual del país en la cercanía de las oficinas de los profesores que se encierran en su cubículos llenos de polvo con el propósito de reflexionar en torno a temas altamente intelectuales y complejos, y batallan durante horas centre el sueño y la vigilia con el apoyo del trago de café o la bebida energizante en la medida en que intentan seguir sirviendo bien a los estudiantes que con derechos de matrícula y sus cuotas pagana una parte sustanciosa de sus salarios…

Profesor

Una Universidad en la cual los servicios sanitarios se abren por turnos que nadie conoce porque no hay suficientes conserjes para darles mantenimiento, y los usuarios no tienen puntería a la hora de orinar, se niegan a descargar el sanitario y han convertido las paredes de los mismos en tablón de expresión política, social, sexual y bitácora de citas, en una nueva versión de una red social de bajo costo que bien podría denominarse Bathbook o Urinatter

Una Universidad en que los empleados no docentes se observan raras veces, como puñalada de pícaro, porque buena parte de ellos han decidido tomar los días por enfermedad que no les devolverán antes de la fecha de pago de contribuciones sobre ingresos, justificando la dicha decisión con el argumento de la aguda crisis económica que nos aqueja, o que resultan invisibles porque han preferido el retiro temprano a la posibilidad de ser testigos de la forma en que los que fue una Universidad se transforma en una universidad…

Una Universidad de verdaderas puertas abiertas porque, una vez se daña una, permanecerá inútil y de par en par  mientras la queja se convierte en informe, el informe en pesquisa, la pesquisa recomendación, la recomendación en cotización y la cotización en acción concreta para conseguir que la misma pueda volver a cerrar…

Una Universidad en que se cierran programas académicos y no se crean programas académicos, porque crear un solo curso nuevo, original y bien pensado puede tomarle a un profesional experto de 5 a 6 años, periodo en el cual otros profesionales expertos en asunto totalmente diferentes a la materia de curso que quiere crear, insistirán en darle recomendaciones sobre cómo debe diseñar, apropiar y difundir un tema que le es totalmente extraño y sibilino…

Una Universidad en que la “mano secreta” del mercado se ha convertido en criterio de calidad académica, y la eficiencia educativa se mide en términos de cuanto estudiantes gradúa un programa por año. Una Universidad en que pensar al margen de “mano secreta”, a hurtadillas de los grandes intereses, a contrapelo del fin de la ganancia, puede conceptuarse como un pecado de lesa economía y no de lesa humanidad

Una Universidad que aquellos que ya no pueden hacer nada por ella, exgobernador@s en particular en ceremonias pretenciosas que conmemoran los heroísmo de los viejos patriarcas desdibujados por el tiempo, exgobernador@s que casualmente cuando pudieron hacer algo por ella, resultaron pusilánimes e inoperantes como si el compromiso con la institución fuese más asequible cuando ya no tienen poder para ello y están en posición de manipular la institución como un balón político para animar sus oscuras aspiraciones pesadillescas que a nadie en verdad interesan…

Una Universidad capaz de espantar a los estudiantes que sueñan estudiar en ella porque es la mejor y la más barata, una Universidad con poder para amedrentar a sus trabajadores diciéndoles que deben trabajar más y que no se revisarán sus acuerdos sindicales ni sus salarios, una Universidad que ha conseguido que los profesores, que siempre se han considerado a si mismos pensadores e intelectuales respetables que caminan como levitando por el mar de un mundo que presumen comprender pero que no pueden cambiar ni dirigir, una Universidad que ha  convertido a esos profesores en lo que ellos se han resistido siempre a ser, meros trabajadores del Estado relativamente bien pagados, sin que ello lacere la calidad académica de su discursos…

La Universidad que todos no solo se avizora, se siente, se huele, se palpa, se sabe. Esa es la Universidad que todos queremos.

La firma está ilegible. Se presume que se trata de un alto funcionario de la Junta de Síndicos o de otro Gobernador.

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