Narradores 2000: Pedro Cabiya, La cabeza


  • Mario R. Cancel Sepúlveda
  • Catedrático de Historia y escritor

Cabiya, Pedro. La cabeza. San Juan / Santo Domingo: Isla Negra editores, 2007. 61 págs.

Sobre La cabeza de Pedro Cabiya

Pedro Cabiya ha sido considerado uno de los escritores más originales de la promoción más reciente de narradores puertorriqueños. Las razones son varias. La primera parece ser que sus textos deconstruyen lo poco que quedaba vivo de la preceptiva del relato moderno en obras de ruptura tales como Figuraciones en el mes de marzo (1972) de Emilio Díaz Valcárcel, y la Guaracha del Macho Camacho (1976) de Luis Rafael Sánchez. Ello convierte su trabajo en una revolución en la revolución, o en una trasgresión de la trasgresión.

Pedro Cabiya

Pedro Cabiya

La segunda tiene que ver con un giro en el lenguaje de su narrativa que le aleja de la tradición de la generación del 1970. En Cabiya la festividad paródica se maneja de un modo alternativo. La experimentación con lo fantástico en Historias tremendas (1999) e Historias atroces (2003), ubicaron aquellos textos más allá del surrealismo psicológico y del realismo mágico extremo, y superaron el experimento con los sociolectos del mundo mediático que fue el elemento dominante en la discursividad hasta los años 80. En Cabiya el proceso de traición de la realidad material social, lo que denomino la irrealización del cuento, fueron completos.

Los núcleos de fabulación de las narraciones de Cabiya se elaboran sobre la base de elementos tremendistas y absurdos y una serie de intertextos atrevidos de origen variado. Todo ello le da a sus libros un fuerte componente retrógrado que viola toda lógica formal. La parodia de la lógica y las convenciones produce una comicidad extraña que llama la atención sobre lo inadecuado del orden o el cosmos cuya validez se presume sin cuestionamientos.

Un aspecto clave de ese tipo de escritura es la manera en que afirma la fragilidad de los valores aprendidos y los acuerdos sociales. Se trata de una manera de protestar contra una imagen del mundo socio-cultural tal y como las prácticas del llamado buen gusto sugieren que se asuma. Los antecedentes de los referidos procedimientos pueden estar en una variedad de tradiciones.

La lúdica transvaloración axiológica que proviene de la propuesta de Friedrich Nietzsche puede ser considerada un antecedente intelectual con toda su carga irracional y dionisiaca. Otra puede ser una tradición cinematográfica asociada a los hermanos Rodríguez y a Quentin Tarentino, entre otros. En la misma conviven las técnicas del splatter o gore, con elementos del scifi que, por su acumulación, producen un efecto cómico o grotesco: el lector decide como los apropia. Se trata de un tipo peculiar de tremendismo icónico invadiendo los textos escritos.

Por ambas vías ciertos anti-valores de la desabrida civilización cristiana occidental tales la violencia, el crimen, la sensualidad, la concupiscencia, la anormalidad, entre otros, se apropian como recursos estéticos válidos. Esa práctica puede asociarse a un De Quincey, un Malatesta o un Marinetti en tres siglos distintos, lo mismo que a las generaciones “ácratas”, “malditas” o “decadentistas” que periódicamente han cuestionado el canon sin la menor reserva.

Cabiya_La_cabezaUn recurso distintivo del estilo Cabiya tiene que ver con el juego con elementos de la alta tecnología de consumo y la tecnociencia aplicada que se afirma como un nuevo dios en la postmodernidad y la era global. El medio permite penetrar esos nuevos paraísos artificiales / virtuales que sustituyen la realidad con una pararealidad inédita. La mayor parte de los procedimientos referidos son evidentes en la obra que hoy se discute.

La cabeza es una novela corta que cuenta la historia de Gloria y Daniel, una joven pareja de amantes. Al momento de salir para su viaje de bodas sufren un aparatoso accidente de tránsito que deja a Gloria convertida en un homúnculo. La chica sobrevive atada a una serie de máquinas que garantizan su vida biológica y la ayudan a construir una realidad virtual en donde su condición de mujer físicamente incompleta es borrada. Ciertos dispositivos le permiten sentir un cuerpo que no posee. El creador de aquella máquina ha sido Ezequiel, hermano de Daniel, un Dr. Frankenstein postmoderno que funciona como un pequeño dios a la manera de un científico loco reinventado del cine gótico. El hecho de que todos los personajes posean nombres con un significado esotérico en la tradición judía y cristiana no debe ser pasado por alto. La casual Gladys es la única excepción: su nombre significa “la alegre.”

Gloria y Daniel son dos seres desgraciados que se humanizan por medio de una sexualidad desenfrenada. Daniel es amante de Marta, su secretaria. La enfermera Raquel es el objeto sexual compartido por Daniel y Gloria. Como se verá, se trata de mujeres voluptuosas que se afirman en la sexualidad y el retozo con el cuerpo. Daniel ama eróticamente a su mujer en el cuerpo de otras. La sexualidad se práctica en lugares por demás pedestres.

La solución del conflicto es morbosa y fantástica: montar la cabeza de Gloria en el cuerpo de Marta y conservar la cabeza de Marta dentro de una caja en un estado de artificial de virtual felicidad. Al cabo la Gloria con cuerpo de Marta abandona a Daniel para irse con Raquel: el apetito homoerótico vence el apetito heterosexual.

La parodia es total: las fronteras entre lo real y lo virtual, lo verosímil y lo inverosímil, se diluyen. La legitimidad de los sumos valores románticos tales como el amor, la fidelidad y la piedad, queda erosionada. Daniel termina solo y se ve precisado a recurrir a su nueva cabeza: la Marta sacrificada por el deseo de recuperación del pasado.

Interpretar el relato La cabeza no ofrece muchas garantías al lector. Disfrutarlo es una opción más apropiada: es mejor integrarse al juego que propone Cabiya que intentar racionalizarlo. Se puede elaborar una filosofía de la relación de lo real y lo virtual o de la naturaleza del yo en la postmodernidad a través de La cabeza. Pero no creo que valga la pena. En Cabiya el divorcio del significante y el significado ha sido siempre un proyecto conciente.

Los recursos invertidos en el relato son varios. La narración no lineal y los episodios a la deriva en esferas de espacio-tiempo anacrónicas son distintivos. La estructura general se establece al paso, acorde con la capacidad del lector para montarla. Sin embargo, todo cae en su lugar con facilidad. Cabiya se ocupa de ofrecer pistas concisas para que el lector no se pierda: los largos subtítulos de los fragmentos son una forma de síntesis de su contenido. Una alusión suelta al físico teórico Stephen Hawkings y al mediático Dr. Frankenstein, están presentes en la textualidad.

Un lenguaje transparente, lejano al neobarroquismo que dominó la narratividad del 1970, completa el cuadro. La narración ofrece un interesante balance entre los diálogos, la narración y la descripción. La cabeza es un relato maduro que aunque conserva muchas de las características de las Historias tremendas y las Historias atroces patentiza la capacidad de revisión de este autor puertorriqueño.